sábado, 6 de febrero de 2010

Quihubole septimodia125

Por Jorge Escobedo

*Decadente liderazgo en Sindicatura *Sucias maniobras por el poder de la CESPT *Confrontación subterránea de camarillas codiciosas.

No es preciso ser un meticuloso de los balances ni un ciego de la escrupulosidad, para formular cargos acusatorios contra un sin fin de funcionarios del gobierno municipal, cuya sinuosidad maliciosa, denigra el liderazgo en Sindicatura
Municipal y lo hace aparecer, en extrema decadencia.
De modo pues, que el peligro de desestabilización que cierne sobre la oficinas administrativas del ayuntamiento de extracción panista que preside Jorge Ramos Hernández, no debe atribuirse, unilateralmente, a las tácticas levantiscas de los disidentes alborotadores, sino también y fundamentalmente, a las confrontaciones subterránea de las camarillas codiciosas, que en los últimos meses, se han venido disputando la dirección de la CESPT.
Y es que el control político de los cargos de elección popular, despierta innoble apetencias entre un sinnúmero de avorazados, que regodeándose en sus fantasías caciquiles, no dudan en recurrir al palmarés de la intriga y el juego encubierto, ambicionando posesionarse de algún
lucrativo asegure de poder.
¡El Síndico Procurador Héctor Magaña Mosqueda, podría avalar mi aserto denunciatorio!
Pero como no puedo levantar un índice de fuego, a nombre del líder de la burocracia, me conformo con saber, que las sucias maniobras por el poder, son de sobra conocidas por la mayoría de los que están tras bambalinas buscando con codicia formar parte del equipo que será “palomeado” ya sea por el Gobernador del Estado José Guadalupe Osuna Millán o bien por al alcalde municipal Jorge Ramos Hernández.
Y hasta me atrevería decir, que no pocos de ellos, sistemáticamente, echan mano de recursos deshonestos, buscando su encumbramiento, así sea propiciando el caos y la anarquía en las instituciones públicas que gobiernan.
No es extraño, por consiguiente, que precisamente en vísperas del cambio de mando en las alcaldías municipales y las curules estatales, los que se dicen operadores, se encuentren virtualmente convulsionados por la proliferación de una plaga de advenedizos, que son a al vez nefastos y perniciosos, puesto que, solo viven empeñados en lograr sus negros propósitos.
Y dado que los funcionarios, de non grata fama bandoleril, difícilmente, podrán retomar el control pleno de la próxima administración, lo más sensato, sería auspiciar un nuevo estilo en la forma y en el fondo de los liderazgos.
Todo signo de caciquismo administrativo debe ser borrado de una vez por todas, porque, únicamente de ese modo se restituirá el orden entr
e los funcionarios y servidores públicos que están alborotados por lograr ser nominados como candidatos en la próxima convención partidista.
Consecuentemente, el gobierno estatal y municipal debe actuar con firmeza para deponer la insana práctica del didactismo atronador y retórico “dedazo” arrufianado del que más de una vez le criticaron al partido de oposición, el Partido Revolucionario Institucional. A sabiendas de que ya no ofrece ninguna garantía en el control de los servidores públicos. Antes bien, exacerba conflicto de ambiciones encontradas entre diversas facciones de tácitos rufianes, encubierto en el burdo disfraz de redentores y faranduleros del pueblo
Si me piden detalles, propondría investigar el trasfondo de las recriminaciones que se hacen los pretensos a las candidaturas a la alcaldía municipal, entre los que destacan el ex Secretario de Desarrollo Social del Ayuntamiento Javier Castañeda Pomposo, el ex Delegado de la Secretaría de Economía, Alejandro Monráz Sustaita, en contra del ex diputado federal, Carlos Torres, por ser el que más posibilidades tiene de lograr la nominación como candidato.
En nombre de las justas aspiraciones de bienestar económico que plantean los pretensos que van en contra del que va en caballo de hacienda, la mayoría de ellos seudo gestores del bien común, están siendo señalados por la emisores del voto que no llegarán porque solo persiguen beneficios personales.
Así que por muy esperanzadoras que pudieran ser las premisas con que se quieren adornar los pretensos desacreditadores, la responsabilidad del manejo de sus operadores políticos, no pueden seguirse confiando a personas que han dado amplias muestras de insolvencia moral con promesas que jamás cumplen.
El abuso de la superchería, como era de esperarse, terminará finalmente por mancillar la reputación de los antaño altivos manipuladores de conciencias como lo ha venido haciendo el titular de sindicatura, siempre dice sí pero no dice cuando, política marrullera.
De tal suerte, que es inaplazable una catarsis en los cuadros de liderazgos del próximo gobierno. En caso contrario, se estaría alimentando la disidencia, que a nuestro juicio, adquiere inusitada refulgencia, como resultado de la opacidad, de quienes, evidentemente, enceguecidos por su soberbia, tiempo hace que perdieron de vista, los requisitos indispensables, para gobernar con éxito.
Y lo que está aconteciendo, es que la retórica de los demagogos, sencillamente, ya no ilusiona ni convencen, aun inclusive los más lerdos, en otras palabras, diría que los traidores aspirantes a la alcaldía municipal están en exhibición; se avizorándose desde ya, un brusco y estruendoso final para ellos.
El ocaso de los aspirantes intactos en su férrea posición que se puede contemplar con absoluta nitidez, invita a vislumbrar otra nueva traición para echar abajo a Carlos Torres, el más consistente aspirante a la candidatura oficial a la presidencia municipal para seguir sosteniendo en el poder al Partido Acción Nacional.
Cualquier inexorable sentencia, el vendaval de las inconformidades, arrancará con desprecio, de su añoso estatus de privilegios, a los eternos pretensos de obsesiva inclinación por las prebendas.
Prevalecerán, los que se unan en un solo bando, los que trabajen unidos, aquellos que brillen con verdadera consistencia popular y auténtica luz propia, y que bueno que así suceda, porque por este medio, el mismo gobierno llámese estatal y/o municipal, logrará al fin mejorar su reputación.
En este aspecto, conviene advertir, que la imagen de las instituciones está por los suelos, debido a que los funcionarios actúan como si pretendieran tomar desquite de sus frustraciones personales martirizando con su ineficiencia a la población que los llevó al poder.
La sociedad, indignada y molesta por los vicios de los servidores públicos inútiles y corruptos, simplemente se limita a reprobar estas actitudes negativas sin dejar de mostrar su arrepentimiento por haberles otorgado su voto de confianza para ocupar el cargo que lastimosamente ostentan.
Después de todos los propósitos de saneamiento, basados en la adopción de normas de austeridad, se echa de ver, lamentablemente, que el burocratismo y la corrupción continúan.
Una viva muestra de lo antedicho, lo tenemos en los despidos de servidores públicos corruptos, ya que los únicos despedidos, sueles ser aquellos empleados que carecen de algún nexo de amistades con los jefes de oficinas o funcionarios de primer nivel.
Raramente, por lo visto, se sopesa la trayectoria, de quienes, se deberían quedar por competentes o tendrían que irse, por ineptos.
Así vemos, a nuevos funcionarios apoltronados en altos cargos, cuyas funciones pueden desconocer y a empleados municipales potencialmente activos y serviciales, corridos de los puestos, con desprecio y deshonor, solo porque el Síndico Procurador no los identifica entre la corte de sus zalameros.
Y uno tiene que preguntarse, si los funcionarios acaso piensan que los únicos elementos confiables para sus fines, son los individuos que pertenecen a su séquito de incondicionales.
En calidad de respuesta, señalaríamos que en los tiempos que corren, constituye un privilegio la seguridad del empleo en la administración pública municipal, ya que los que durante mucho tiempo han practicado la negación de las virtudes, no podrían ser fieles salvaguardas de la asignación honesta de los puestos.
Así lo prueba, el feliz retorno de los consejeros y asesores, enquistados de nueva cuenta, en las nóminas del erario, aunque muchos de ellos, solo pudieran ocuparse como reparadores de aromáticas tasas de café o bufones cuenta chistes.
Y en tanto, la situación no cambie, los empelados y servidores públicos seguirán operando como una entidad inflexible, inservible y estéril.
De los funcionarios, es pues, la obligación de convencerse de la primacía de su deber y de la importancia de una verdadera obra de transformación, que es necesario realizar, en las tareas del sector público.
Primeramente Dios, yo que le escribo y usted que me lee, en la próxima nos vemos, mientras, sus e-mails para cualquier comentario o sugerencia como esta, por favor envíelos a quihubole_123@hotmail.com o bien a jorgeescobedo1952@yahoo.com

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