martes, 15 de diciembre de 2009

Editorial Edicion 122


Editorial

Sujeción, no sumisión

Suele ocurrir que los gobiernos defiendan en el discurso la libertad de expresión, pero buscan manipularla o reprimirla en los hechos. Las armas que poseen y los envalentonan es la publicidad oficial, e incluso alguna influencia en la publicidad comercial, y como últimos recursos: la amenaza, la intimidación, la cerrazón y la agresión, ésta última disimulada con argumentos legaloides, para darles a ellos un cáriz de justicia.
Tener el sartén por el mango les hace suponer a quienes nos gobiernan que pueden callar las críticas, las demandas y las quejas de la población, transmitidas a través de una nota informativa, una entrevista o un reportaje, o mediante la opinión valiente de un columnista o articulista, que escribiendo su opinión personal, refleja la opinión de muchos, frecuentemente reflejando la opinión de las mayorías.
Los medios de comunicación como este que se encuentra leyendo, confirmamos nuestra sujeción a la Ley, pero no aceptamos la sumisión al gobierno, por muy honorable y justo que parezca; al final de cuentas lo bueno que hagan se reconoce y se agradece, pero lo malo que hagan no podemos ni debemos callarlo. El mejor amigo no es el que adula y endulza los oídos, sino el que señala las fallas y sugiere cómo corregirlas, pues el mejor amigo podrá no ser sabio, pero tampoco es tonto como para no darse cuenta de los errores.
Todos estos razonamientos los hacemos para explicar el contenido recurrente de crítica en este Semanario Séptimo Día, de artículos que se basan o tocan temas de lo ocurrido en la semana, pero con una visión de análisis y señalamientos, precisamente con el objetivo de criticar para construir, en ocasiones con sugerencias, y en otras, a falta de espacio o de sabiduría para aconsejar el cómo, se señalan los por qués, y mínimo se pide al gobernante criticado corregir eso en lo que está fallando.
No estamos en contra del gobierno, sino a favor de que se haga un buen gobierno; es lo que demanda el pueblo, y seguramente no se les ha olvidado que al jurar sus cargos se les advirtió: "si así lo hiciere, que el pueblo los premie, si no, que se los demande".
No hay peor ciego que el que no quiere ver, reza un dicho popular, y eso es muy aplicativo a todos los gobernantes, pues es muy fácil perder el piso o justificarse en la filosofía de Maquiavelo, de que el fin justifica los medios, o que el gobernante puede hacer lo que le plazca, en vez de escuchar un pueblo eternamente inconforme, ya que nunca se podrá satisfacer a todos.
No le apostamos a la anarquía sino al equilibrio de poder, y si lo que se conoció alguna vez como el cuarto poder quieren pisotearlo o doblegarlo, están equivocados, porque el pueblo es mayoría, y si lo cansan, una nueva revolución armada no es una posibilidad lejana o una fantasía; los discursos oficiales son cada vez más ingeniosos y "apantallantes", calman por momentos la inconformidad social, pero no la detienen; todo tiene su límite, y el del pueblo mexicano está llegando al final.
Por todo lo expuesto, el llamado a los gobernantes es que no echen en saco roto las críticas, sino que saquen provecho de ellas para corregir el rumbo; sobre todo que dejen de enriquecerse ilícitamente y piensen más en cómo impulsar el progreso de nuestro país.
No tenemos todavía un auténtico Presidente del Empleo, ni gobernadores y alcaldes que cumplan con la mitad de lo que prometen. Más honesto sería que dijeran que harán un esfuerzo por cumplir, pero sobre todo que deveras se empeñen en esos objetivos.
No hacemos este semanario para informar lo que se publica en los medios de comunicación diarios, sino para analizar esos acontecimientos, sugerir cambios, o por lo menos destacar lo más sobresaliente de la semana, para que usted, amable lector, se forme su propio criterio.
Atentamente:

El Editor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tus comentarios. Son responsabilidad de quien los hace, por supuesto.