lunes, 22 de febrero de 2010

Leyzaola, desbalanceado

En un análisis somero, el ídolo del Alcalde Jorge Ramos, el teniente coronel RETIRADO (o séase que ya no es militar activo, hay que aclararlo), Julián Leyzaola Pérez, resultará como la visión del profeta bíblico Daniel, en el libro que lleva su nombre, capítulo 2, versículos 31 al 35: como un ídolo con pies de barro que se desplome y quede convertido en polvo.

En honor a la verdad, la policía municipal al mando de Leyzaola ha estado más corrompida que la de la anterior administración pública municipal, ha sido la más vapuleada, y cualquier depuración que en ella se hace ha sido obligada por las circunstancias, además de que en ello tiene mucho que ver la intervención del Ejército y disposiciones del Presidente Felipe Calderón, no porque Leyzaola sea un dechado de virtudes como muchos creen. Aparte, los golpes fuertes contra la delincuencia han sido del Ejército, no de la policía municipal.

Los hechos han demostrado que mientras el lema del Ejército es: “Nosotros SÍ vamos”, el de la policía municipal, con Leyzaola al frente, es: “Nosotros NO vamos”. El ex militar calificó de cobarde al “Teo” (mal comparándolo con la mujer, a la que le atribuyó ese calificativo y no se ha disculpado públicamente), pero los hechos han demostrado que “al que sí se le arruga” es a Leyzaola, pues con el pretexto infantil de que “se ha topado con convoys estando solo”, ha dejado escapar sospechosamente a muchos sicarios, como la ocasión aquella en la que utilizando cien patrullas los pistoleros se le escaparon al estilo Houdinni.

Las realidades son estas: las que el Presidente Municipal Jorge Ramos Hernández se niega a ver, y no hay peor ciego que el que no quiere ver: la madrugada del 26 de abril de 2008, Leyzaola pudo haber intervenido en contra de las células del “Cholo” y “El Teo” en la zona del Cañaveral, pues Leyzaola siempre va respaldado por cinco patrullas, y la de él, sobre todo, está super blindada. Aparte, en poco tiempo se le sumaron muchas más patrullas, pero dejaron ir al “Teo”, aún cuando Leyzaola lo tuvo de frente, y prácticamente solo, en un momento dado.

El 15 de agosto de 2008 se gestó una persecución contra un convoy de 10 vehículos con muchos sicarios a bordo; para ello, Leyzaola dispuso de CIEN patrullas, a fin de acorralar a los delincuentes, a los cuales persiguieron desde el bulevar Insurgentes, en la zona urbana de Los Olivos, hasta el Bulevar Las Américas, en la Avenida Aries, entre calles Sol y Leo, cerca del Hipódromo Caliente, donde solamente encontraron tres automóviles, y no diez, cargados con muchas armas de alto poder, cartuchos de diversos calibres, uniformes y máscaras de hierro… pero el asunto aquí es que… Leyzaola ordenaba por radio a las cien patrullas que ninguno disparara ni se acercara demasiado a las camionetas sospechosas hasta que él lo ordenara, y de esa manera, las sospechas de la “Operación Houdinni” implementada por los sicarios, recaen en Leyzaola.

El 11 de junio, cuando se presume que Leyzaola detuvo “valientemente” a José Filiberto Parra Ramos, alias “La Perra”, la realidad ya la comentamos en este su Semanario Séptimo Día, pero lo repetimos: Leyzaola se topó con “La Perra” en el estacionamiento del gimnasio “Total Finnes”, de la Zona del Río, pero lo dejó ir; y solamente porque de repente llegaron al lugar unos militares, fingió renovar la persecución hasta que les dieron el “pitazo” de que se encontraba en el estacionamiento del centro comercial Gigante de la colonia Libertad Parte Baja, donde Leyzaola rechazó un soborno de cien mil dólares que le ofreció Filiberto Parra Ramos, solamente porque en cuestión de segundos fue alcanzado de nuevo por los militares.

El “valiente” Leyzaola lo es con los malandrines de poca monta, a varios de lo cuales ordenó matar, según quejas de testigos oculares; y ha sido “valiente” para golpear y torturar a los que quiere achacarles crímenes del narco, para presumir fuertes golpes a la delincuencia organizada; ha sido “valiente” para inculpar a policías que no obedecen sus órdenes, achacándoles nexos con el crimen organizado, para así pararse el cuello, “fabricando culpables”.

El Alcalde Jorge Ramos Hernández dijo en conferencia de prensa que ellos, la autoridad municipal, han entregado a los policías corruptos al Ejército, cuando en realidad, el Ejército ha tenido que ejecutar las órdenes que Leyzaola se niega a cumplir. Caso concreto: el general Sergio Aponte Polito presentó pruebas el 23 de abril del 2008 contra policías corruptos municipales, estatales y federales, pero NADIE movió un solo dedo, sino hasta que por instrucciones Presidenciales el Ejército comenzó tiempo después la detención de elementos policiacos coludidos con el crimen organizado. Es deshonesto, señor Alcalde, hacer caravanas con sombrero ajeno, aunque esa ya es una práctica política muy arraigada.

En realidad, hacer un recuento de todas las pruebas sobre la ineficacia de Leyzaola implicaría hacer un libro, y probablemente se escriba el libro, pero se resume en la historia del ídolo de barro.

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